29 de julio de 2009
Recorte al gasto público
Tema: Economía
A duras penas, 2 por ciento... Recorte y confección
En las recetas fondomonetaristas y la práctica de recortar permanentemente el gasto público, los últimos cuatro presidentes de México creyeron encontrar la piedra filosofal para “alcanzar el desarrollo nacional”. Y tijera en triste actuaron en consecuencia: “Recortaron, por el bien de la patria”. Casi 30 años después , el resultado ha sido desastroso, y el maltrecho jinete en turno –el obediente hijo desobediente- va por el mismo camino.
Lo paradójico del caso que nos ocupa es que siendo el gasto público notoriamente insuficiente para atender las urgencias nacionales, los cinco inquilinos de Los Pinos dicen creer en aquello de la piedra filosofal, a pesar de que en los hechos son los responsables del periodo histórico (1983-2009) con menor crecimiento económico y nulo desarrollo en el México institucionalizado.
“Ahorros” por aquí, “guardaditos” por allá y recortes a diestra y siniestra han sido la constante en las últimas tres décadas, mientras el país cae, cae y cae y su población junto con él. Entre ajuste y ajuste han hecho la hombrada de hacer que México crezca menos que Haití, que en ese sentido la economía mexicana ocupe la última posición en América Latina. La tasa promedio anual de crecimiento económico en casi 30 años a duras penas, con esfuerzo sobrehumano, llegaría a 2 por ciento.
Entre los resultados evidentes de la fabrica neoliberal destaca el voluminoso ejército de pobres. Al cierre de 2008, más de 50 millones de mexicanos (según información oficial; 80 millones de acuerdo con cifras mas certeras) se mantienen en espera de que la alquimia gubernamental les otorgue algún resultado. En vía de mientras, deberán renovar su esperanza y esperar a diciembre de 2012, porque Calderón va que vuela para sumarse al ya grueso inventario de sexenios perdidos en lo que ha desarrollo se refiere, como en tantas otras cosas.
El gobierno del mercado
El gobierno debe intervenir para remediar los fallos del mercado. Esta es naturalmente la gran lección de Keynes, derivada de su forcejeo con el problema de cómo sacar al mundo de la Gran Depresión de 1930. Keynes argumentaba que el mercado por sí solo lograría el equilibrio entre oferta y demanda muy por debajo del pleno empleo y podía permanecer allí indefinidamente.
Para impulsar la economía hacia un proceso dinámico que lleve al pleno empleo, el gobierno tiene que actuar como un ex machina, invirtiendo masivamente para crear la “demanda efectiva” que reanude y sostenga la maquinaria de la acumulación de capital.
El resurgimiento de Keynes no es solamente una cuestión política. El presupuesto teórico del individuo que maximiza racionalmente sus intereses ha sido desplazado del centro del análisis económico por dos ideas.
Una de ellas, que centra el pensamiento actual, es la penetración de la incertidumbre en la toma de decisiones, una incertidumbre con la que tratan de lidiar los inversionistas asumiendo que el futuro será como el presente e ideando técnicas para predecir y gestionar el futuro basándose en este supuesto. La idea Keynesiana al respecto es que: la economía no se rige por cálculos racionales, sino que los agentes económicos están regidos por “espíritus animales”, es decir, movidos por su “necesidad espontánea de actuar”.
Lo que predomina no es el cálculo racional, sino los factores de conducta y psicológicos. Desde este punto de vista, la economía es como un maniaco depresivo llevado de un extremo a otro por los desequilibrios químicos, con la intervención y la regulación gubernamental jugando un papel semejante al de los estabilizadores farmacológicos del humor.
La causa subyacente de la crisis económica actual es la sobreproducción, en que la capacidad productiva sobrepasa sobrepasa el crecimiento de la demanda efectiva y presiona a la baja los salarios. El Estado capitalista activo inspirado en Keynes y surgido en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial pareció durante un tiempo superar la crisis de la sobreproducción con su régimen de salarios de salarios relativamente altos y su gestión tecnocrática de las gestiones capital-trabajo.
El Keynesianismo proporciona algunas respuestas a la situación actual, pero no proporciona la clave para superarla. El capitalismo global ha enfermado debido a sus contradicciones inherentes , pero lo que se aprecia no es una segunda ronda del Keynesianismo.
La profunda crisis internacional exige severos controles de la libertad de movimiento de los capitales, regulaciones estrictas de los mercados, tanto financieros como de mercancías, y un gasto público extenso. Se necesita una redistribución masiva del ingreso, atacar sin espera el problema de la pobreza, una transformación radical de las relaciones de clase, la desglobalización y, la superación del capitalismo mismo, entendiendo las amenazas de cataclismo medioambiental.
Un resurgimiento acrítico de Keynes podría terminar no siendo más que la enésima confirmación de la celebérrima sentencia de Marx, según la cual la historia se repite dos veces: la primera como tragedia; la segunda, como farsa.
Para resolver nuestros problemas económicos presentes no precisamos sólo de Keynes. Necesitamos un cambio y otra economía
Lo paradójico del caso que nos ocupa es que siendo el gasto público notoriamente insuficiente para atender las urgencias nacionales, los cinco inquilinos de Los Pinos dicen creer en aquello de la piedra filosofal, a pesar de que en los hechos son los responsables del periodo histórico (1983-2009) con menor crecimiento económico y nulo desarrollo en el México institucionalizado.
“Ahorros” por aquí, “guardaditos” por allá y recortes a diestra y siniestra han sido la constante en las últimas tres décadas, mientras el país cae, cae y cae y su población junto con él. Entre ajuste y ajuste han hecho la hombrada de hacer que México crezca menos que Haití, que en ese sentido la economía mexicana ocupe la última posición en América Latina. La tasa promedio anual de crecimiento económico en casi 30 años a duras penas, con esfuerzo sobrehumano, llegaría a 2 por ciento.
Entre los resultados evidentes de la fabrica neoliberal destaca el voluminoso ejército de pobres. Al cierre de 2008, más de 50 millones de mexicanos (según información oficial; 80 millones de acuerdo con cifras mas certeras) se mantienen en espera de que la alquimia gubernamental les otorgue algún resultado. En vía de mientras, deberán renovar su esperanza y esperar a diciembre de 2012, porque Calderón va que vuela para sumarse al ya grueso inventario de sexenios perdidos en lo que ha desarrollo se refiere, como en tantas otras cosas.
El gobierno del mercado
El gobierno debe intervenir para remediar los fallos del mercado. Esta es naturalmente la gran lección de Keynes, derivada de su forcejeo con el problema de cómo sacar al mundo de la Gran Depresión de 1930. Keynes argumentaba que el mercado por sí solo lograría el equilibrio entre oferta y demanda muy por debajo del pleno empleo y podía permanecer allí indefinidamente.
Para impulsar la economía hacia un proceso dinámico que lleve al pleno empleo, el gobierno tiene que actuar como un ex machina, invirtiendo masivamente para crear la “demanda efectiva” que reanude y sostenga la maquinaria de la acumulación de capital.
El resurgimiento de Keynes no es solamente una cuestión política. El presupuesto teórico del individuo que maximiza racionalmente sus intereses ha sido desplazado del centro del análisis económico por dos ideas.
Una de ellas, que centra el pensamiento actual, es la penetración de la incertidumbre en la toma de decisiones, una incertidumbre con la que tratan de lidiar los inversionistas asumiendo que el futuro será como el presente e ideando técnicas para predecir y gestionar el futuro basándose en este supuesto. La idea Keynesiana al respecto es que: la economía no se rige por cálculos racionales, sino que los agentes económicos están regidos por “espíritus animales”, es decir, movidos por su “necesidad espontánea de actuar”.
Lo que predomina no es el cálculo racional, sino los factores de conducta y psicológicos. Desde este punto de vista, la economía es como un maniaco depresivo llevado de un extremo a otro por los desequilibrios químicos, con la intervención y la regulación gubernamental jugando un papel semejante al de los estabilizadores farmacológicos del humor.
La causa subyacente de la crisis económica actual es la sobreproducción, en que la capacidad productiva sobrepasa sobrepasa el crecimiento de la demanda efectiva y presiona a la baja los salarios. El Estado capitalista activo inspirado en Keynes y surgido en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial pareció durante un tiempo superar la crisis de la sobreproducción con su régimen de salarios de salarios relativamente altos y su gestión tecnocrática de las gestiones capital-trabajo.
El Keynesianismo proporciona algunas respuestas a la situación actual, pero no proporciona la clave para superarla. El capitalismo global ha enfermado debido a sus contradicciones inherentes , pero lo que se aprecia no es una segunda ronda del Keynesianismo.
La profunda crisis internacional exige severos controles de la libertad de movimiento de los capitales, regulaciones estrictas de los mercados, tanto financieros como de mercancías, y un gasto público extenso. Se necesita una redistribución masiva del ingreso, atacar sin espera el problema de la pobreza, una transformación radical de las relaciones de clase, la desglobalización y, la superación del capitalismo mismo, entendiendo las amenazas de cataclismo medioambiental.
Un resurgimiento acrítico de Keynes podría terminar no siendo más que la enésima confirmación de la celebérrima sentencia de Marx, según la cual la historia se repite dos veces: la primera como tragedia; la segunda, como farsa.
Para resolver nuestros problemas económicos presentes no precisamos sólo de Keynes. Necesitamos un cambio y otra economía
TAG: Economía
Entrevista Enrique Alfaro Alcalde de Tlajomuico de Zuñiga Jalisco
Entrevista Previa al Primer informe de Gobierno
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Nota: Se Actualiza cada Lunes
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Vivimos tiempos canallas donde quien se opone, quien critica, quien cuestiona, quien desnuda las verdaderas intenciones del poder es perseguido, vituperado, calumniado, acosado de manera permanente; pero ni así nos van a callar, ni así nos van a detener, vamos a seguir defendiendo el Patrimonio Nacional, vamos a seguir defendiendo los derechos de la gente, vamos a seguir defendiendo al pueblo de México y vamos a seguir actuando con convicción y con firmeza...
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