26 de octubre de 2009

Triple play


Una reveladora nota de la agencia Proceso, "SME, mentiras y fibra óptica", firmada por Jenaro Villamil y fechada el 13 de octubre, expone que el verdadero problema del gobierno de Felipe Calderón con el Sindicato Mexicano de Electricistas nunca fue la democracia sindical, como argumentó el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, al negar la “toma de nota” de la dirigencia del SME.

La campaña contra Martín Esparza, a quien los medios afines al régimen calificaron como antidemocrático, bravucón e indomable, ocultaba otra cosa. Y señalar al SME el único responsable del atraso tecnológico de Luz y Fuerza del Centro (LFC), así como de la carga financiera que representaba compañía paraestatal para la Secretaría de Hacienda, era un distractor.

Si tan responsable era el SME, ¿por qué los sucesivos directores de la empresa no tomaron jamás medidas correctivas? El mensaje apantalla, pero hasta el televidente más irreflexivo de pronto se pregunta si acaso el SME es más pernicioso que el mismo sindicato de Pemex o que “esa joya de la democracia sindical llamada SUTERM, dirigida durante décadas por La Güera Rodríguez Alcaine”, que de ahí brincó a la cúpula de la CTM.

Antes que la requisa y la toma de las instalaciones de Luz y Fuerza a manos de la Policía Federal, era obligada una auditoría. Y la misma SHyCP que decía ya no poder sostener a la empresa, sí tiene recursos para pagar la quiebra y la liquidación de los trabajadores. El asunto, pues, no es sindical ni de eficacia económica.

“El tema es de intereses corporativos y de alianzas políticas. Cada día se va prefigurando el verdadero objetivo de este golpe policiaco-militar: tomar el control de una compañía que puede representar un jugoso negocio para quienes obtengan la concesión de la instalación de las redes de fibra óptica en el área del Valle de México, el mercado más importante, por volumen poblacional y por nivel de ingresos, para el negocio del triple play, es decir, la transmisión de datos, audio y video a través de una red alterna.

La red de fibra óptica de Luz y Fuerza del Centro ahora es de la CFE. Y para Martín Esparza hay elementos suficientes para dimensionar el nivel de los intereses en juego: “Es un negocio, es una oportunidad para las empresas eléctricas porque además de la red de fibra óptica de mil 100 kilómetros, LFC cuenta con una cobertura de uno por ciento del territorio nacional. Tenemos una fibra para usos propios y capacidad de excedente. Podemos poner a disposición de la sociedad en general el servicio de voz, imagen e Internet (triple play) con una respuesta muy rápida”.

Desde que el SME y el entonces director de Luz y Fuerza del Centro, Jorge Gutiérrez Vera, presentaron ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el 30 de junio de 2009, un título de concesión para operar la red de fibra óptica y ofrecer los servicios de triple play, fue claro que esta situación afectaba los intereses de quienes andan “tras un negocio que está valuado en 6 mil millones de dólares, si tomamos en cuenta el nivel de licitación de la CFE de sus dos pares de fibra óptica”.

Esparza se refería a la poderosa trasnacional española Telefónica –dirigida por Francisco Gil Díaz, exsecretario de Hacienda; de Cablevisión –propiedad de Televisa y con un mercado dominante en el Distrito Federal; de Telmex, el gigante telefónico al que la SCT no le ha dado aún el cambio de título de concesión para que pueda competir en el triple play contra Televisa y Telefónica y, por supuesto a otros jugadores intermedios.

Y entre esos jugadores intermedios se menciona a la compañía WL Comunicaciones que obtuvo en 1999 del exsecretario de Comunicaciones y Transportes durante el zedillismo, Carlos Ruiz Sacristán, una concesión para operar servicios de este tipo en la LFC.

Esparza recordó en la entrevista con Proceso que durante la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones, quien jugó un papel fundamental fue el entonces presidente de la Cofetel, Javier Lozano Alarcón. El actual titular del Trabajo, efectivamente, está más interesado, desde entonces, en los negocios derivados de la convergencia tecnológica que de la democratización sindical.

Y tal y como lo señalaron los exdirigentes del SME en su visita a Ecos de la Costa, la compañía WL Comunicaciones –cuyos accionistas son dos destacados empresarios del panismo– acudió a los servicios del despacho de Diego Fernández de Cevallos para frenar que el negocio por venir en el Valle de México se le otorgara a la paraestatal y al sindicato.