26 de octubre de 2009

Y más golpes


¿Qué quiere Felipe Calderón?, ¿incendiar el país?, ¿llevarlo a un despeñadero?, ¿dejarlo hecho pedacitos, caído y hundido, lisiado, destazado? ¿Qué quiere?
Él argumenta que es por los pobres: que por los pobres más impuestos, que por los pobres más de 40 mil desempleados. Sí, los pobres ahora resultan ser una justificación, la justificación de un "gobierno" clasista y aristócrata que siempre ha despreciado a los humildes de este país. Pobres que el mismo Calderón ha ayudado a crear, pues en los dos primeros años de su gobierno, seis millones de mexicanos que antes no eran pobres, ahora lo son. Y todavía tiene el cinismo, de quien llegó a la Presidencia de la República gracias a un fraude electoral, de justificar sus erradas políticas con discursos sobre la erradicación de los pobres. Sí, un cinismo grande, impresionante. Que asusta. Lo mejor para el país es que se vaya Calderón. Y que se vaya rápido.

A veces uno no sabe hasta dónde llegarán las mentiras de las "autoridades" federales. Dicen que liquidaron a la compañía de Luz y Fuerza del Centro (LFC) porque era un gasto millonario mantenerla, porque los trabajadores de esa empresa ganaban mucho y tenían demasiados beneficios. El salario promedio de quienes laboraban en LFC era de seis mil pesos. Sí, para los que "mandan" y piensan que están "salvado" al país del precipicio, que alguien gane alrededor de seis mil pesos y tenga derechos y prestaciones, es demasiado, casi un delito. Claro, eso sólo para los trabajadores. ¿Cuántos beneficios tienen los miembros de la élite política mexicana?, ¿a cuánto ascienden sus percepciones monetarias?, ¿cuántos lujos poseen? Las palabras de Calderón y demás personajes del Gobierno federal son hipócritas, por decir lo menos, y atentan contra la inteligencia. Indignan y mucho.

Felipe Calderón argumenta que la LFC era ineficaz, que representaba mucho gasto y que ese gasto debería irse a los pobres. El gris secretario de Desarrollo Social, Eduardo Cordero, pronto dijo que el dinero que se utilizaba en LFC iría al programa Oportunidades (un programa que no ha revertido la pobreza y que tiene límites en su efectividad). Surgen inmediatamente preguntas, ¿y de dónde se obtendrán los dineros para formar una "nueva" empresa que proporcione electricidad a la zona Centro del país?, ¿de dónde se les pagará a los futuros trabajadoras de esa empresa? Mentiras las del Gobierno federal. Mentiras que indignan. Mentiras que insultan a la inteligencia.

Mientras el país se cae en pedacitos y la gente se manifiesta afuera, en las calles; mientras hay desempleo tan alto como en los peores momentos de la crisis económica de 1995 y la pobreza avanza a pasos agigantados, el Gobierno de Calderón, en contubernio con el PRI (que está deseando con todas las ganas regresar a la Presidencia en 2012, vía el gobernador copetudo del Estado de México), quieren cobrar más impuestos a los contribuyentes de siempre. No intentan terminar los regímenes de prebendas y privilegios de las grandes empresas del país (que casi no pagan impuestos), ni pretenden hacer una reforma fiscal justa. No, ellos van a lo seguro: gravar el consumo (de todos), subir el impuesto a los asalariados y comenzar a cobrar más por los servicios de comunicaciones, además de inflar todavía más los precios de vinos y tabacos. Sí, estas medidas conforman la "gran solución" a la crisis económica según los del PRI y los del PAN.

La desaparición de LFC, junto con la casi aprobación de más gravámenes para los contribuyentes cautivos, son dos hechos que atentan contra la estabilidad e la nación (la estabilidad social y, por supuesto, la económica). Hay inconformidad, hay desazón en la población, hay una visión de un futuro aciago y nada alentador. Falta aún unir esas inconformidades, hacerlas visibles, falta que el pueblo se levante y diga "ya basta", exprese un rotundo "hasta aquí". Sí, eso falta, pero parece ser que no se mira muy lejano. Y menos con estos gobiernos que hacen todo para provocar un estallido social.