18 de noviembre de 2009

La calificación de México, en peligro: Moody's

La nota soberana de México tiene aproximadamente 365 días de vida, pero después de ese tiempo el panorama es incierto, advirtió Moody's.


La debilidad del sistema fiscal mexicano puede ocasionar que la única calificadora estadounidense que ha mantenido su perspectiva estable, cambie de parecer y revise a la baja la calidad crediticia del país.

Si México sigue sosteniendo por muchos más años una recaudación tributaria muy baja comparada con otras economías de América Latina (9% del PIB contra 18.9%, 18% y 16% de Chile, Nicaragua y Honduras) "se enfrentará más a una situación que lo comprometa a tener que recortar el gasto sustantivamente", dijo en entrevista el director general de Moody's Investors Service México, Alberto Jones.

Esto último provocará que el país tarde tiempo en presentar crecimientos a mayores tasas que permitan una mayor y sana recaudación tributaria.

"En el mediano plazo las métricas crediticias del Gobierno mexicano seguramente compararán desfavorablemente con países calificados similarmente, lo cual en su momento podría presionar la perspectiva de la calificación a la baja. Pero esto es en el mediano plazo", dijo Jones.

En la víspera Moody's confirmó la nota soberana de México, actualmente en grado de inversión (Baa1), luego de que el Congreso de la Unión completara la aprobación del paquete económico 2010 (Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos).

Por su parte, Standard Poor's y Fitch aún no han emitido una opinión, pero mantienen la calificación del país, también en grado de inversión, en perspectiva negativa, ante los problemas fiscales y su alta dependencia en los ingresos petroleros, que son cercanos al 40% de las entradas totales del Gobierno.

La baja recaudación fiscal que tiene México es respaldada por una base gravable que apenas cuenta con unos 24 millones de contribuyentes activos, desde alrededor de 40 millones de personas que integran la población ocupada, donde además 12 millones de ellas se encuentran en la economía informal.
A su vez, la producción de barriles de crudo por día de Petróleos Mexicanos (Pemex) cayó un 7.6% en los primeros nueve meses del año, comparados con el mismo periodo del 2008, ante la caída de su principal yacimiento, Cantarell, lo que ocasiona que los ingresos por esta vía se vean disminuidos.
Todo lo anterior, sumando las afectaciones por la crisis económica, ha provocado que en los primeros nueve meses del año los ingresos presupuestarios hayan caído un 8.7%, según datos de la Secretaría de Hacienda.
"Cada año que pase, el país se encontrará con un mayor número y mayor cantidad de necesidades de dónde asignar o recortar gasto. Esto elevará el riesgo de que llegue a haber un desacuerdo entre los diferentes agentes políticos respecto la necesidad de tener finanzas públicas sanas", dijo Jones.
Recientemente, líderes de varios partidos en el Congreso de la Unión se han pronunciado por realizar una convención nacional hacendaria que repare los "problemas" fiscales que enfrenta México, como las diversas exenciones que gozan algunos sectores de la economía o los hoyos que tienen las leyes fiscales que alientan la elusión.
Sin embargo, los expertos fiscalistas han reiterado que México debe cambiar a un sistema tributario recargado más hacia los impuestos indirectos y reducir paulatinamente las cargas impositivas empresariales.
Esta propuesta fue desechada por los legisladores en la aprobación de la Ley de Ingresos de 2010, cuando Felipe Calderón, presidente de México, propuso un impuesto al consumo que buscaba gravar con una tasa del 2% todas las ventas y prestaciones de servicios del país.
En su caso, se resolvió incrementar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 15 a 16%, el Impuesto Sobre la Renta de 28 a 30%, y otros gravámenes, que buscan tapar un boquete de 374,000 millones de pesos en los ingresos públicos para el siguiente año.
A su vez, se aprobó un techo de endeudamiento de 60,000 millones de pesos, cifra que podría ser mucho mayor sin afectar la calidad crediticia de Méxic, pero teniendo con qué pagar, según Moody's.