PROTESTA. Estudiantes del Tecnológico de Monterrey se manifestaron en la Macroplaza de la capital neoleonesa contra la inseguridad que prevalece en esa ciudadFoto Reuters
En una especie de neofoxismo electoral precoz, el actual ocupante precario de Los Pinos cree posible condicionar la cromática definición política de su presunto sucesor (¿de verdad están los comicios de 2012 en la agenda íntima del pintor especializado en rojos sangrientos y verde olivo que hasta ahora ha ido construyendo conforme a bilingüe libreto un estado nacional de excepción que en dado caso, ¡oh, sorpresa!, podría llegar a la suspensión de la ceremonia electoral?).
No parecería tener el licenciado Calderón un exceso de credenciales triunfadoras como para pretender condicionar el futuro, pues ha perdido sistemáticamente la mayoría de los comicios durante su accidentado mandato y ha aceptado aliarse con algunos de quienes (aunque fuera de dientes hacia fuera) lo tachaban de ilegítimo, con tal de frenar un triunfo electoral priísta que le parece prefigurado. Pero aun así el maestro Felipe (¿compañero de Banca de Elba Esther?) conserva arrestos para plantear que aun cuando él tiene idea del color que habrá de tener el siguiente presidente de la República (es decir, el que irá después de Vicente Fox, que fue el último mandatario legítimamente reconocido) no lo dirá (en términos partidistas) más que en el contexto de que ese relevo deberá dar
color en el tema de seguridad y de la ley, y eso es lo que debe determinar, yo creo, el rumbo del país.
Tocar el tema de su propio relevo, aunque haya sido a partir de una pregunta hecha por el asistente a un acto sobre vivienda, agudiza la percepción de que FC siente cada vez más desvanecido el capital de fuerza política que ha acompañado a quienes de una u otra manera se han instalado en la silla presidencial. A los factores internos que le pelean decisiones e imponen criterios, Calderón ha sumado el aparato estadunidense de seguridad que horas antes había hecho una visita instructiva al nuevo protectorado sureño.
Aun así, e incluso justamente a partir de ese reconocimiento de debilidad que hace al hablar tempranamente de sucesiones, el michoacano Felipe deja ver una veta preocupante, pues pareciera decidido a usar lo que le quede de fuerza del aparato gubernamental para obligar a que su relevo siga teñido de rojo y verde (olivo), cueste lo que cueste. Ésa fue la postura del injerencista Fox, que volcó la estructura oficial en contra de quien parecía inevitable vencedor electoral. Ahora el beneficiario de ese fraude electoral muestra con anticipación sus cartas: cambien de jinete, pero no de caballo represor, sería la adaptación calderónica de la frase vicentina. Léase la forma en que Calderón anuncia presiones cívicas y forzamientos legales para que quien le sustituya tenga el mismo color que él ha definido en estos años sangrientos:
Y que ese entramado sistémico sea tan fuerte que quien quiera que sea que me releve tenga forzosamente por ley y por presión de los ciudadanos, que es más importante, que cumplir el compromiso elemental de proteger a los ciudadanos. Mmmm. Así es que nadie se dé por sorprendido: Felipe Calderón, un peligro anunciado para los comicios bajo fuego y sangre de 2012 (si es que los hay; o, para estar a tono con la Iniciativa Mérida: if).
En el contexto de esas mismas declaraciones coloridas, Calderón produjo una involuntaria autocrítica al denunciar que el país está en manos de
una ridícula minoríaque en realidad son
una bola de delincuentes. Hablaba el abogado ministerial de los narcotraficantes y golpeaba el atril y gesticulaba para explicar a los asistentes a una reunión de constructores de vivienda los motivos de la
guerracontra empresarios informales de la droga:
los mexicanos no nos vamos a dejar dominar por una bola de maleantes, que son una ridícula minoría montada sobre el miedo, la corrupción o la cobardía de muchos durante mucho tiempo. Aquí se toparon, porque estamos decididos, precisamente, a limpiar a México, dijo el mismo funcionario que al arribar al poder designó en puestos clave a los mismos que durante el foxismo se encargaron de mantener esa situación corrupta y cobarde.
Valiente y claridoso, el licenciado Calderón defendió su política rijosa:
¿Que hay riesgos? Sí, sí los hay y muy graves. Pero qué otra obligación de gobierno puede ser tan importante como la seguridad y el estado de derecho: ¿hacer viviendas?, las hacen ustedes y bastante bien. Hay otros, como la educación y la salud, que son importantes. Hay muchas otras actividades, y la verdad la más importante de todas es y como gobierno lo que te justifica, es aplicar la ley, para eso eres gobierno. Cuando abandonamos ese principio, México empezó a entrar en problemas. Puntualísima confesión felipense de que su visión del México actual, su pobreza y atraso, su desigualdad y deterioro, corresponde tan sólo a la lente policiaco-burocrática de un mal agente del Ministerio Público, estadismo de barandilla, política federal preventiva.
Astillas
En Nuevo León las operaciones bélicas se han entrampado en dos asuntos en espera de que venideros escándalos los desplacen y arrumben en el armario de la desmemoria inducida. Uno es el del Tec, cuyo rector, Rafael Rangel Sostmann, hora tras hora describe violaciones y excesos cometidos por militares sin que se atreva más que a pálidos esbozos de inconformidad verbal, aferrado a una doctrina de conformismo institucional. El otro es el del presunto narcomenudista transportado por marinos que luego apareció muerto y el de su acompañante ahora desaparecido y, conforme a lo visto, en riesgo de haber sido ajusticiado
ejemplarmente. En ese contexto, se da la tentación de hacer espectáculo de distracción con el alcalde Mauricio Fernández y sus rudos informantes que a la vez son narcos... Y, mientras la
izquierdaelectoral duerme, o sueña narcotizada con
alianzastóxicas, ¡hasta mañana, con la Suprema, siempre Corta de Justicia, entrándole al asunto de fondo de la liquidación de Luz y Fuerza del Centro!
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