17 de marzo de 2010

Descrédito | Alejandro Encinas Rodríguez

De plácemes, frotándose las manos, los poderes fácticos y sus medios de comunicación saborearon el sainete protagonizado por las diputaciones del PRI y del PAN la semana pasada en una Cámara de Diputados convertida en vodevil.

Los legisladores de ambos partidos se repartieron calificativos e improperios a diestra y siniestra, tratando de justificar lo injustificable: Con la anuencia del secretario de Gobernación, constituido en testigo de honor, ambos partidos suscribieron un acuerdo en el que el PRI compromete su voto a favor del alza de impuestos a cambio de impedir alianzas electorales entre PAN y PRD. Es decir, el PRI acepta asumir el costo del incremento en los impuestos a cambio de mantener la impunidad con la que actúan los gobernadores priístas convertidos en señores feudales.

Esta farsa legislativa puso al descubierto no solamente el documento pactado en “lo oscurito”, sino la profunda irresponsabilidad con que Felipe Calderón asume decisiones que impactan en los destinos del país. Por un lado, refrenda un pacto —aunque después diga que no estaba enterado— con el partido que lo invistió de legitimidad, el PRI, y por otro promueve alianzas con su acérrimo adversario, el PRD, en un doble juego que a nadie engaña y conduce a la ingobernabilidad.

Al calor de acusaciones y diretes, de nueva cuenta el PRI señala que Felipe Calderón es ilegítimo, que no ganó las elecciones y que gracias al reconocimiento priísta asumió el gobierno, a lo que nos referiremos en otra oportunidad en este espacio.

La secuela de tan penoso debate, constituye un mayor demérito de la Cámara de Diputados. Mucho se ha cuestionado sobre la credibilidad y aceptación de las instituciones públicas, de los políticos y sus partidos. Encuestas recientes dan cuenta del profundo descrédito del Poder Legislativo. Consulta Mitofsky coloca en enero de 2010 a los senadores, diputados y partidos políticos a la par de la policía con los niveles más bajos de confianza ante la ciudadanía. Por su parte IPSOS, en su encuesta de febrero, señala las mayores menciones negativas para los legisladores, 58 por ciento para los diputados y 47 por ciento para senadores.

Ante ello los poderes fácticos se regocijan, pues ello abona en el descrédito del Congreso y en las campañas promovidas por éstos y sus televisoras, que buscan imbuir en la ciudadanía la convicción de que el Congreso no los representa; frena el desarrollo del país; de que los legisladores no trabajan, son muchos y cuestan caro, y que los diputados de representación proporcional deben desaparecer.

En el regocijo se encuentran los seguidores de Carl Shmitt, uno de los ideólogos del nacionalsocialismo, militante del partido nazi, quien escribía en 1923, durante el proceso de decadencia de la República Weimar y la gestación de las opciones totalitarias del fascismo, su rechazo a la democracia parlamentaria, la que consideraba incapaz para gobernar sociedades complejas ya que el parlamentarismo lo entendía como un sistema en el que todos los asuntos públicos son objeto de botines y compromisos entre los partidos, los que ya no se enfrentaban entre ellos como opiniones que discuten, sino como grupos de interés y poder social y económico, que calculan los intereses mutuos y asumen compromisos para alcanzarlos, en tanto se ganan a las masas mediante la propaganda que apela a las pasiones. Esta visión desembocaría en 1933 en el incendio del Reichstag, sede oficial del parlamento alemán.

En descargo de la Cámara de Diputados cabe señalar que, nos guste o no, este órgano de representación popular refleja en lo fundamental la composición y el estado de ánimo social en nuestro país. En ella están representadas la mayor parte de las expresiones políticas de México, incluidos los grupos de interés, quienes incluso cuentan, como el caso de las televisoras, con su propia bancada, así que si bien es cuestionable el tipo de debates y el comportamiento de los legisladores, también es preciso reconocer que la Cámara es fiel reflejo del país que tenemos.
alejandro.encinas@congreso.gob.mx