25 de marzo de 2010

Los 18 mil asesinados en el gobierno de Calderón, producto del TLC: Pedro Miguel

Más allá de ser producto del narcotráfico, los más de 18 mil asesinados en México desde que comenzó la administración de Felipe Calderón son el resultado del aniquilamiento de la población común y corriente y del abaratamiento de la “carne humana” que se viene arrastrando con la entrada del Tratado del Libre Comercio (TLC), en 1988; es decir, a raíz de que el país se convirtió en un “paraíso fiscal”, en donde los empresarios extranjeros evaden impuestos y violan las garantías de sus trabajadores, cada día vale menos la mano de obra local y con ello la vida de los mexicanos, quienes llegan a ganar menos de 3 mil pesos mensuales.

Por ello, los gobiernos locales, estatales y federales no invierten en seguridad pública para defender la miserable vida de sus pobladores que, de acuerdo con un asegurador, tiene un costo equiparable al de un coche Atos sin aire acondicionado ni estéreo. El más austero del mercado.

Esta explicación tiene un ejemplo más claro con las muertas de Ciudad Juárez. Aquellas féminas que no son “pirujitas”, como tachó estúpidamente el actual procurador de la República, sino 400 mujeres que han engrosado el fenómeno de asesinatos que engloba varias líneas de “investigación”: desde un egipcio enfermo que mataba por sadismo hasta el tráfico de órganos, prostitución, narcotráfico, películas snuff, sectas satánicas y algún marido celoso.

A 15 años de los primeros homicidios, cuando se calculaban menos 100, la situación sigue intacta. “Hagan una prueba. En este momento podríamos organizar un tour por Ciudad Juárez para matar mujeres y estamos seguros de que no pasará nada, porque esas mujeres (madres solteras, indígenas, migrantes, de la tercera edad...) no es un tema importante para nadie”.

“Para el gobierno esas mujeres son muy baratas, no valen más que 3 mil pesos al mes, el salario que ofrece una maquiladora”, así resumió Pedro Miguel, columnista de La Jornada, la situación de inseguridad que priva en México, la cual, consideró, se viene arrastrando desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cuando signó el TLC, sin nada en las manos con qué apostar más que la mano de obra barata para ser competitivos, que llega a vender en pie, como ganado.

Ante medio centenar de universitarios, docentes y principalmente integrantes de la Casa del Movimiento de Puebla y representantes del Gobierno Legítimo, el columnista explicó que el valor de una vida va en función de la edad laboral de la persona.

En 2006 –puso otro ejemplo– murieron 65 mineros en Pasta de Conchos, por un cálculo simple: la mina no contaba con medidas de seguridad, porque para los empresarios era más barato pagar a los familiares 70 mil pesos por cada fallecido que invertir millones de pesos en cumplir con las normas de seguridad del lugar.

“Esta es la forma de cómo se ve la vida humana; sin embargo, eso no es todo, lo más lamentable es que los feminicidios, está devaluación por la vida de la población, se están extendiendo a Puebla, a Chiapas, a Ecatepec, a Cancún y a todo el país”.

No obstante, comentó que Ciudad Juárez sigue siendo el principal problema de inseguridad en México, no sólo por ser la ciudad más violenta del mundo, sino porque se ha sumado otro fenómeno: el homicidio a estudiantes.

–¿Saben por qué? –preguntó al auditorio.

–Porque con la llegada de las grandes empresas extranjeras en Ciudad Juárez no se creó nada, ni infraestructura básica. Se volvió una ciudad donde si no te ibas de mojado a Estados Unidos te volvías mendigo o traficante. Fuera de eso no había salida al mundo, por eso los 18 mil muertos no solamente son del narco, muchos vienen de ese éxodo de Salinas de Gortari.

Mientras, los empresarios se hinchaban de dinero a costa de los bajos salarios, de la evasión de impuestos, por eso está lleno de mexicanos la revista Forbes, que publica la lista de los más ricos del mundo”.

Durante 1982, cuando el periodista era estudiante, el salario promedio que se ganaba en México representaba 43 por ciento de lo que ganaba un gringo y 67 por ciento de lo que percibía un europeo.

Hoy en día, comparó, un mexicano sólo percibe 13 por ciento de lo que gana un estadunidense y 7 por ciento de lo que gana un occidental. Y no sólo estamos hablando de devaluación monetaria, sino también del deterioro de nuestras vidas, de la privatización de los servicios básicos, de todo lo imaginable.

Nos hemos despreciado como población, pues ya ni nuestros valores gremiales, como comunidad, tenemos. Asociado a ello está la idea malsana del éxito personal, de la individualidad, de la competencia que trae la globalización, donde se cree que tener una gerencia, una chequera y un rosario de tarjetas de crédito le dan sentido a nuestras vidas”.