16 de abril de 2010

Lo tuvo que decir Sabina | Ricardo Monreal Avila

Joaquín Sabina, quien se encuentra en México para promover su nuevo disco “Vinagre y rosas”, avinagró la visión rosa del gobierno mexicano en su cruzada contra el narcotráfico.

“Calderón fue muy ingenuo, por decirlo de buena manera, cuando planteó esta batalla. Pareciera mentira que no supiera que la Policía estaba completamente infiltrada y a sueldo, y parece mentira que esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie… Creo que todos los gobernantes y los centros del poder del mundo, antes o después, tendrán que hacer una cosa, que es la legalización, porque con la legalización no se acaba ciertamente con las drogas, pero sí con la corrupción, con las muertes, con los asesinatos y con la infiltración en el poder”.

A diferencia de los especialistas, académicos y críticos de la oposición que hemos cuestionado la estrategia contra el crimen y el narcotráfico, Sabina recibió en esta ocasión una respuesta empática del gobierno mexicano, por parte del secretario de Gobernación. “Respecto a Don Joaquín Sabina, toda crítica respetuosa que haga cualquier persona sobre un dilema universal como es la seguridad, el narcotráfico, todo eso debe ser aquilatado. Yo sé que el Presidente Calderón tiene especial gusto por la música de Don Joaquín Sabina y se encontrarán y ahí se dirán lo suyo. Como español, lo veo como hermano y es bienvenido a México”, declaró Fernando Gómez Mont.

Acerca de la posibilidad de aplicar el artículo 33 constitucional al cantante y autor español por inmiscuirse en los asuntos políticos del país, el secretario de Gobernación descartó tal posibilidad porque Sabina, apuntó, “no busca ser candidato o líder en nuestro país”. Candidato a un cargo de elección popular ciertamente no lo es, pero líder de opinión sí, a través de sus canciones, como lo muestra el gran número de seguidores que Sabina tiene en México, entre otros, al propio Felipe Calderón, según lo consigna la página personal del titular del Ejecutivo federal en Facebook.

A ver si ahora que lo dice Sabina, un mensajero con credibilidad y confianza para las cabezas del actual gobierno mexicano, se pasa de la ingenuidad a la asertividad, de la fantasía a la realidad y de la propaganda a la efectividad en la guerra contra el crimen, en su modalidad de tráfico de drogas.

Hace tres años era un tabú social en el país hablar de “legalización de las drogas”. Hoy es una expresión de uso corriente. Hace tres años era un tabú político hablar de retirar el fuero militar a los soldados que incurrieran en “daños colaterales”, hoy hasta una iniciativa de ley en ese sentido se prepara en el Senado.

El lado positivo de la guerra del gobierno mexicano contra las drogas es que ha ido derribando tabúes, pero en su lugar busca construir otros. Por ejemplo, que el combate al crimen es esencialmente policiaco y militar; que con penas más severas y un mayor número de cárceles de alta seguridad disminuirá la delincuencia; que el problema de la violencia es una cuestión de percepción y no de estructura y una realidad social.

Ahora que Sabina, con la agudeza de su prosa y los acordes de su música, resume el curso errático de la guerra al narcotráfico, cabe preguntarse qué es necesario hacer para que esta cruzada se gane y no sucumba el Estado y la sociedad ante su enemigo común número uno: el crimen organizado.

Retomo las sugerencias de una de las ONG que han destinado tiempo, recursos e ideas al tema de cómo emprender un combate eficaz en la guerra al narcotráfico, el Colectivo de Análisis de Seguridad con Democracia A.C. (CASEDE).

“Para que esta guerra se vuelque a favor del gobierno hay que tomar en cuenta cinco variables principales. En primer término, debe ser integral, no sólo militar o de inteligencia, y el Estado debe desplegar coordinadamente, con un fin compartido y sin rivalidades, burocracias o ineficiencias, los recursos de todas sus estructuras, incluyendo las de salud, educación, de comunicación o de infraestructura. Se debe comenzar por limpiar la casa para no estar durmiendo con el enemigo”. Es decir, un Estado desorganizado y minado por la corrupción, no podrá combatir al crimen organizado y corruptor.

La segunda característica es que el gobierno debe atacar por igual a todos los cárteles. “Si el gobierno no actúa simétricamente contra todos y en todos los frentes –no sólo tratando de desarmar las células de sicarios-, se beneficiará a quienes menos puedan atacar las fuerzas del Estado, o en otras palabras, se producirá un efecto de concentración de poder entre los cárteles. Este es el debate sobre la falta de energía contra la organización criminal de El Chapo Guzmán”, quien además de llevar 10 años colgando el título de “el narcotraficante más buscado”, su lugarteniente -el segundo capo más buscado en México- ofrece una entrevista al semanario político más importante del país.

En tercer término, “se deben respetar los derechos humanos. Contra el narcotráfico y en todos los frentes, el Estado es un ente superior, no puede emplear los mismos recursos que los cárteles y la población se debe sentir apoyada por su gobierno, sus Fuerzas Armadas y policiacas”. La muerte de personas inocentes, “los cateos, los retenes, las detenciones extrajudiciales, los interrogatorios in situ y la posibilidad de confundir ciudadanos con criminales podrían llevar a la población a no verse representada ni confiar en las fuerzas del Estado”.

Como cuarta característica, “esta guerra es global, por lo que la cooperación internacional es fundamental. Argumentar soberanía es vivir creyendo que esta guerra es como las guerras del siglo XX. Se dé en otros países, con medios nuevos, como el internet, las transferencias electrónicas e, incluso, beneficiándose de leyes permisivas como las de posesión y compra libre de armas en Estados Unidos”.

Por último, como quinto factor, “no se deben rechazar a priori otras formas de acción estatal, como la liberalización de algunas drogas ligeras para adictos, despenalizar el consumo para no mezclar enfermos con delincuentes, y abrirse a opciones como las que han aparecido en algunos países europeos o en algunos estados de Estados Unidos” (Raúl Benítez Manaut, “La encrucijada de la guerra y la inseguridad”, Enfoque, suplemento dominical del diario Reforma, 11 de abril de 2010, p.7).

En virtud de la eficacia de Sabina para ser escuchado, atendido y respetado por los altos mandos del actual gobierno mexicano, habría que pedirle el favor completo: que produzca una buena “rola” musical para acompañar y vestir estas cinco propuestas en materia de seguridad y democracia.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx