23 de septiembre de 2010

Como girasol en día nublado || Esteban Garaiz

Qué hacer. No creo que sea el único ciudadano que anda como girasol en día nublado: hecho un pobre perplejo, cuando uno se pregunta qué hacer.

Qué hacer cuando esta pobre nación se está cayendo a cachos; con las fuerzas represivas legales del Estado en las calles, frente a la ciudadanía en general. Qué hacer cuando decenas de miles de homicidios quedan impunes y sin aclarar frente a la impotencia del Estado. Cuando precisamente los que investigan para aclararlos pasan a aumentar el número de asesinados.

Qué hacer cuando se eluden cientos de miles de millones de pesos con la complicidad oficial. Qué hacer cuando la mortalidad infantil sigue sin abatirse por negligencia oficial y luego hipócritamente se sanciona de manera desproporcionada a mujeres que abortan.

Qué hacer cuando la educación gratuita cada día es menos gratuita y se abruma a los padres de familia con los gastos impagables de agosto, mientras el Estado no ha podido reponer el salario mínimo del trabajador por más de 30 años en una de las 15 economías más fuertes del mundo.

Qué hacer cuando desde el Ejecutivo Federal se violan diariamente los más importantes artículos de la Constitución, nuestro documento rector, y luego se apela repetidamente a la unidad nacional ante un terrorismo prefabricado.

Qué hacer cuando el territorio nacional ha sido inundado en los últimos 10 años de armas de alto poder de manera deliberada y cómplice, porque no es creíble la negligencia. Cuando gradualmente se está resbalando al estado de sitio. Qué hacer cuando en nada, absolutamente nada, se han reducido los daños contra la salud y cada semana se alardea de estériles “golpes contundentes” contra el narcotráfico, que todos sabemos que sólo sirven de poda a las organizaciones criminales, sin las cuales el Estado tendría que dedicarse al desarrollo económico y social.

Qué hacer cuando en los propios gobiernos locales han confundido la rectoría económica del Estado con los “desarrollos” inmobiliarios y, como en el caso de Guanajuato, quieren urbanizar hasta el Cerro de la Bufa, para horror de la Unesco y de los ciudadanos conscientes. Cuando, como hace 100 años se reproduce en Cananea la represión y matanza cómplice entre gobierno y empresa contra los obreros que reclaman la ley. Cuando el outsourcing se ha vuelto una practica normal.

Qué hacer cuando nuestro patrimonio natural, la verdadera riqueza nacional además del esfuerzo de su gente, está cada día más comprometido con el poder económico imperial, siendo que nuestros principios rectores obligan a los gobernantes a utilizarlo como base del desarrollo nacional autónomo.

Qué hacer frente a una juventud, la reserva de la patria, sin opciones reales ni de estudio ni de trabajo creador, inducida a las drogas y a la desesperación, al valemadrismo sin espíritu solidario, llena de frustración.

Qué hacer de cara al 2012, descartada por locura la insurrección del pueblo soberano frente al brutal poder represor del Estado controlado por la gran oligarquía, cuando se piensa en la opción electoral pacífica, la única válida, ante un sistema electoral corrompido (hecha la excepción de la gran mayoría del servicio profesional electoral). Con un mecanismo sancionador que no sanciona ni siquiera las más graves violaciones constitucionales de interferencia extranjera, después premiada con la nacionalidad mexicana, como en el caso de Antonio Solá.

Qué hacer con un Tribunal Electoral a modo, que reconoce las graves irregularidades del proceso electoral sin que después tenga ninguna consecuencia práctica en el resultado. Con unas campañas organizadas a partir de idiotizar a la masa electoral con spots que incitan instintos sin reflexión, encauzados por el duopolio televisivo con dineros de los propios ciudadanos contribuyentes; y excluyendo, en cambio, el debate de propuestas. Con una alternancia inducida hacia un bipartidismo artificial con propuestas esencialmente iguales que excluyen los verdaderos intereses de las mayorías, y además se apartan de los principios rectores, que deberían ser el único fundamento para convocar a la unidad nacional.

A la vista de todos está el gran desánimo nacional, la desesperanza que hoy invade a las nuevas generaciones, tan radicalmente distintas de aquel optimismo que tuvimos durante el vilipendiado siglo XX ante las crecientes oportunidades de desarrollo personal, cuando se veía avanzar la integración nacional, ahora dolorosamente interrumpida desde hace 30 años.

El panorama ahí está, difícilmente rebatible. Pero la pregunta permanece: ¿Qué hacer? ¿Será necesario esperar pasivamente el inminente derrumbe financiero del imperio con un déficit fiscal acumulado de 202 millones de millones de dólares?

www.estebangaraiz.org

egaraiz@gmail.com

blog comments powered by Disqus