7 de septiembre de 2010

De Dios, jaladas y el infierno || Jorge Fernández Menéndez

Las autoridades federales, en concreto la Segob, no sé qué están esperando para llamar al orden a un cardenal que está violando la ley.

Los líderes de la Iglesia católica no han estado muy acertados en estos días. Ni en México ni en El Vaticano. En nuestro país, el obispo Onésimo Cepeda descubrió que el Estado laico "es una jalada", mientras que el cardenal Juan Sandoval Íñiguez sostiene que la Suprema Corte de Justicia de la Nación atenta contra la sociedad porque sus integrantes tienen "un acervo antinatural", lo que eso quiera decir. Mientras tanto, en El Vaticano están furiosos porque el reconocido científico Stephen Hawkings sostuvo en su nuevo libro, The Grand Design, basado en estudios y datos empíricos, que Dios no creó el Universo. Benedicto XVI le contestó que, si Dios no creó el Universo, estamos en el Infierno y, aunque a veces la realidad que vivimos se le parece, el Sumo Pontífice no nos explica por qué.


En el caso del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, su comentario raya con la caricatura. Según Onésimo, como la mayoría de la sociedad es católica, el Estado laico no es sino una "jalada". Siguiendo la misma línea argumental, cualquier Estado nacional con la mayoría de la población que profesara una determinada religión, tendría que tener a la misma como religión oficial y regirse por sus normas. La mala noticia para la Iglesia católica es que no tendría derechos en la mayor parte del mundo, ya que en la mayor parte de los países la Iglesia católica no es mayoritaria. ¿Estaría de acuerdo en ser desconocida porque es minoría? El Estado laico implica una separación de las leyes de los hombres respecto a las de las distintas confesiones religiosas. Se puede ser profundamente creyente y ser un firme defensor del Estado laico, porque el mismo es el producto de muchos años, siglos, de lucha para separar la leyes de los hombres de las leyes de una determinada fe, y garantizar así los derechos de las minorías. Pensar que el Estado laico es una "jalada" implicaría pensar que se debe avanzar hacia una sociedad integrista, digna de los talibán o del régimen que domina hoy a Irán.

El cardenal Sandoval Íñiguez sigue sin recuperar el sentido común, está frenético por la decisión de autorizar los matrimonios entre personas de un mismo sexo y que éstas adopten. Y, según su concepción, tendría derecho de estarlo, lo que no puede hacer, entre otras razones porque está penado por la ley, es agredir y descalificar a las instituciones del país y sostener que la Corte "atenta contra la sociedad" porque sus integrantes tienen un "acervo antinatural", ya que es una violación a la ley. El cardenal debe responder aún a la investigación en su contra por haber "denunciado" una supuesta corrupción de la Corte, que habría sido sobornada por el Gobierno del DF, lo cual debería implicar una condena a una sanción al menos económica. El cardenal dijo que tenía pruebas de ese soborno, pero nunca las ha mostrado, entre otras razones porque no existen. Y ahora vuelve al tema con un único propósito de seguir difamando y, en caso de recibir una sanción (como debería ocurrir), victimizarse. Mientras tanto, las autoridades federales, en concreto la Secretaría de Gobernación, no sé qué están esperando para llamar al orden a quien está violando la ley. Sólo falta que el cardenal quiera remplazar a la Corte por la Santa Inquisición.
Las autoridades federales, en concreto la Segob, no sé qué están esperando para llamar al orden a un cardenal que está violando la ley.

El tema de Hawkings es más complejo y mucho más profundo. El científico inglés nunca ha descreído de la existencia de Dios, tampoco lo hace en su nuevo libro, por lo menos en forma explícita, pero lo que explica es que, "dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de la nada, es la razón por la que existe el Universo, de que existamos". La respuesta que ha recibido el libro de Hawkings ha sido tan retrógrada como la dada a Darwin al explicar la evolución de las especies o antes la de Galileo al afimar que la Tierra giraba en torno al Sol y no al revés. Hawkings (como Galileo, como Darwin) no es un hombre religioso pero ha mostrado ser por lo menos agnóstico. En su célebre libro Breve historia del tiempo, escribió que no era necesario creer que Dios hubiera intervenido en el Big Bang, "si descubriéramos una teoría completa (de la creación del Universo) sería el triunfo final de la razón humana, porque así conoceríamos la mente de Dios". Lo que está diciendo, en realidad es que para comprender la creación del Universo no es necesaria la presencia de Dios. El pensamiento quizás es demasiado sofisticado para algunos, pero, por lo pronto, como hizo con Galileo, con Darwin y con muchos otros, la Iglesia ha comenzado por condenar a Hawkings. porque quizá sí creen que una teoría científica del Big Bang nos llevará al Infierno.

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