9 de noviembre de 2010

POBRE #IMSS || Esteban Garaiz

Pobre IMSS, tan lejos de Revolución y tan cerca de Felipe Calderón. Con 14 millones de afiliados, de los cuales casi 6 millones con salario mínimo no pueden aportar las cuotas necesarias; y lloroso su director nos hace saber durante la 101 Asamblea General del Instituto que será incapaz en el corto plazo de atender los derechos de los derechohabientes en materia de servicios médicos. Que, encima, ahora se verá obligado por la demagogia populista a pagar a mayor costo los vales que tendrá que entregar a los pacientes cuando, por la penuria, no pueda entregarles las medicinas que requieren y a que tienen derecho.

De nada le servirá que Felipe Calderón proclame lo que es evidente: que “uno de los mayores logros sociales de la Revolución Mexicana es el IMSS y es responsabilidad del Estado fortalecer las instituciones que dan cumplimiento a los ideales de esa etapa.”

Todos tenemos claro que estamos en otra etapa. Que los gobiernos que venimos aguantando desde 1982 han destrozado al IMSS como han destrozado a Pemex, al Instituto Mexicano del Petróleo, al campo mexicano, la educación gratuita, la petroquímica nacional y la industria de los fertilizantes,, la matrícula universitaria, la capilaridad social, el empleo, la esperanza de las nuevas generaciones, la oportunidad de la juventud.

Todos, menos el gobierno, tenemos claro que la solución a los problemas del IMSS no está al interior del IMSS, como la de los graves problemas de Pemex (los verdaderos) no está al interior de Pemex, sino en acabar la atroz expoliación a que la tiene sometida la Secretaría de Hacienda desde hace los mismos 28 años.

La fijación unilateral del salario mínimo miserable, con la complacencia de los representantes empresariales y la alcahuetería de los supuestos representantes obreros, nada tiene que ver con el libre mercado, que es la bandera que ondean hipócritamente. Es una decisión de Estado: una política pública impuesta desde el poder oligárquico. Es la columna central del sistemático deterioro de la economía nacional: es el estrangulamiento creciente del mercado interno.

Su miopía y fundamentalismo ideológico por un libre mercado, que no practican y que sólo ha llevado a la suicida acumulación despiadada de los grandes capitales, en detrimento de las pequeñas empresas y a la sobreexplotación de los asalariados, es lo que no libera la economía del país. Han reducido la rectoría económica del Estado (a que están obligados) a quedarse sentados esperando el incierto repunte de la economía norteamericana.

INEGI nos acaba de informar que hace 34 años que el salario mínimo viene perdiendo su poder adquisitivo real. Cifras contundentes: la masa salarial (que tanto menciona Carlos Slim) como la parte del producto nacional bruto destinada para ingreso familiar de los trabajadores, se ha reducido del 36 por ciento en 1980 a 29 por ciento en el pasado 2009.

En Trinidad y Tobago, pequeño país insular de poco más de un millón de habitantes del Caribe, sin autonomía económica, los trabajadores se han lanzado a las calles a demandar aumento porque su salario mínimo es de 300 dólares mensuales, el doble del mexicano.

Dice el señor Daniel Karam, director del Instituto Mexicano del Seguro Social, que su situación financiera es insostenible y se verá en la necesidad de suspender las pensiones que los trabajadores ya pagaron con sudores de toda una vida de esfuerzos.

Como si lo hubieran puesto ahí para dirigir una rentable empresa médica privada y no una institución benemérita para la atención popular; para que dé utilidades y no servicio a los que tienen derecho.

Cargará ahora con las consecuencias de una perversión política que fundó un partido político desde Bucareli para recabar votos de clasemedieros despistados y restárselos así a la auténtica oposición.

Ahora tendrá que pagar más por las mismas medicinas que, por su mezquindad, no ha surtido a los que tienen derecho a ellas; y enriquecerá, de paso, a la familia dueña de laboratorios del también dueño de la franquicia partidaria. La que para mantenerse viva, promovió irresponsablemente el espíritu revanchista a favor de la pena de muerte, envolviéndolo en vales canjeables en el mercado de la vida y la salud.

Pobre IMSS. Otra institución que mandan al diablo.

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