9 de diciembre de 2009

Día Internacional de los Derechos Humanos - David Velasco

      El maestro David Velasco académico del ITESO
en su participación semanal 
En el programa Forma y Fondo, de RadioMetropoli
Con los periodistas



Radio Metrópoli. Miércoles 09/12/2009.


   Mañana jueves, 10 de diciembre, se celebra en todo el mundo el día internacional de los derechos humanos, con ocasión de un aniversario más de la Declaración Universal. La ocasión nos permite llamar la atención de un hecho, de por sí significativo, que hace referencia a toda una cultura de los derechos humanos. Es decir, a una manera de pensar la realidad y de vivirla en términos de reconocimiento, protección, garantía, defensa y promoción de los valores fundamentales de toda persona sólo por el hecho de ser persona. Una cultura de los derechos humanos es una manera de vivir, un estilo de vida, pero también es una manera de pensar, de hablar, de comportarse con uno mismo y con los demás.

   El problema radica, en mi opinión, en una idea distorsionada de los derechos humanos, desde la gente más humilde y con poca escolaridad, hasta especialistas del derecho. Hay de manera generalizada una falsa idea de lo que son los derechos humanos, lamentablemente, por cierto. Se asocia la idea a la protección de delincuentes, o los especialistas prefieren hablar de garantías individuales. En el derecho internacional, se reconocen los derechos humanos como derechos del ser humano, sólo por el hecho de ser humanos, de ser gente, de ser persona. Los delincuentes tienen derechos, como también tienen derechos las víctimas del delito. Con todo el debate que implica que le corresponde al Estado, y no sólo al gobierno federal o estatal y municipal o a los poderes Legislativo y Judicial, la garantía y protección de todos los derechos para todos y todas, nos encontramos con la enorme paradoja que el mayor violador de todos los derechos es, justamente, el Estado. Para muestra, un botón: organizaciones internacionales de enorme prestigio y reconocimiento, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han denunciado al Estado mexicano por las sistemáticas violaciones cometidas por el ejército en el supuesto combate al narcotráfico. Las respuestas que han dado, tanto Felipe Calderón como el secretario de gobernación, son, por decir lo menos, ridículas e infantiles. No hay argumentos que reconozcan la validez de las denuncias de los abusos militares.

   Sólo en este ejemplo, que habla de más de 16 mil asesinatos con violencia en los tres años de gobierno de Calderón, se esconden dos fenómenos cada vez más visibles. Por un lado, se oculta la complicidad de funcionarios públicos con los diversos cárteles de la droga, que los confronta y, en ocasiones, asesina impunemente; por el otro, se oculta la criminalización de la lucha social, la persecución, hostigamiento, detenciones forzadas, torturas y, por supuesto, asesinato de líderes sociales, indígenas, mineros, maestros, electricistas, campesinos, cualquier disidencia social.

   Si del botón de muestra nos movemos hacia el panorama nacional, nos encontramos con un verdadero infierno, no sólo por la inseguridad a la que todos estamos expuestos, sino que, además, nos encontramos con el colmo de que a los que piden justicia, se les intenta silenciar, o de plano, se les desaparece. Así sucede con la lucha porque se haga justicia a las familias de las víctimas del feminicidio en Chihuahua y Cd. Juárez, a los que claman justicia por el incendio de la guardería ABC en Sonora, a los familiares de los mineros sepultados en Pasta de Conchos, a los indígenas familiares de las víctimas de la masacre de Acteal. Y aquí en Jalisco, como no cantamos mal las rancheras, ahí está el hostigamiento a las organizaciones que protestan contra el Macrobús, o contra los proyectos de presas, o defienden sus tierras en los límites de Colima y Jalisco, o las víctimas de la represión de aquel Mayo de 2004, o las víctimas de pederastia en un asunto que parece olvidado pero que exige que se haga justicia.

   Hace 6 años, la OACNUDH dio a conocer el Diagnóstico de la situación de los DH en México. De entonces a la fecha se han hecho diversos intentos para diseñar e implementar de manera eficaz un Plan Nacional. Desde el Centro Prodh nos sumamos a la idea de que se hiciera algo semejante a nivel estatal. Sólo en la Cd. De México encontramos eco y el entonces ombudsman capitalino, Emilio Álvarez Icaza, promovió tanto el diagnóstico como el Programa de Derechos Humanos del DF.
¿No sería posible que en Jalisco hiciéramos algo semejante? Sería la mejor manera de celebrar el día internacional de los DH.