17 de enero de 2010

Apuntes sobre el regreso del dinosaurio

El dinosaurio tricolor está de regreso, y a juzgar por el optimismo de esa clase política, la sensación de derrota que tienen los panistas, la división de los perredistas y las tendencias de los estudios de opinión, regresaron para no dejar el poder por un largo rato. A menos que el mundo se acabe en 2012, como dicen que vaticinaron los sabios mayas.

Bromas aparte, lo que más sorprende del regreso de la clase política del PRI es la percepción de que el futuro político oficial está, sin más, en manos del PRI; pareciera que otros partidos, especialmente el PAN, se resignaron a que Enrique Peña Nieto y su Gaviota sean los próximos inquilinos de Los Pinos.

En Jalisco la brutal derrota que sufrió Acción Nacional en julio de 2009 permitió no únicamente el regreso de gobernantes tricolores, sino que además ha creado una sensación de parálisis e inevitabilidad de la derrota. Conviene hacer algunos apuntes sobre el regreso del dinosaurio y de la percepción de que la maquinaria tricolor llegó para quedarse un buen rato.

Lo primero que sorprende son las altas expectativas que algunos sectores de la población siguen manteniendo en el sistema político liberal; esta creencia de que el cambio del partido en el poder puede ayudarlos a mejorar sus condiciones de vida. Parece explicable esta percepción después del tamaño del desencanto con los gobiernos panistas, plagados de corrupción.

El segundo punto es que los candidatos priistas (hablamos de Jalisco) hicieron muchas promesas difíciles de cumplir: ¿En serio van a construir Metro en Guadalajara, a terminar la corrupción, a ser más eficaces, a dotar de Internet a toda la ciudad? En fin.

Con el regreso del dinosaurio priista, regresa el populismo y el clientelismo. Todo parece indicar que los bebesaruios priistas pretenden afianzar su base electoral mediante el reparto de despensas y el uso electoral de programas sociales (y no es que el PAN no lo haya intentado).

Junto con estas redes clientelares y populistas, regresarán las redes y los intereses de las organizaciones corporativistas de matriz tricolor. Poco a poco se harán presentes las organizaciones corporativas de colonias, comerciantes, campesinos, taxistas, y supuestos obreros.

El populismo y el corporativismo son la cara plebeya de la red política panista. Pero arriba los intereses priistas se sostienen con alianzas y articulaciones con grupos políticos y empresariales. Como bien se sabe, los empresarios no tienen partido, tienen intereses y ahora la búsqueda del lucro está del lado tricolor de la política profesional. Sin duda se harán grandes negocios entre constructores, proveedores, empresas de medios, compañías automotrices, etcétera con los nuevos gobiernos.

El regreso del dinosaurio priista, versión bebesaurio que se vende como el relevo generacional en la política local, tiene muchas facetas pero un único propósito: usar las alcaldías como plataformas para alcanzar otros puestos públicos. Desde ya vemos a Aristóteles Sandoval en campaña para el 2012, más que gobernando.

El regreso del PRI al poder en Jalisco cuenta con la asesoría y protección de la dirigencia nacional del PRI y de los liderazgos nacionales de ese partido: Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones, Carlos Salinas, Beatriz Paredes.

El retorno del dinosaurio tricolor trae bajo el brazo el regreso de caciques regionales y grupos políticos locales, como es el caso de Alfredo El Güero Barba quien controla Tlaquepaque, una parte de Tlajomulco y quiere el control de la bancada de diputados.

Para afianzarse en el poder, este proyecto político depende, en gran medida, de las alianzas y compra de espacios de publicidad de las grandes cadenas de televisión.

Pero hay razones de peso para pensar que, a la larga, este proyecto de restauración del poder político tricolor fracasará por completo. Porque el regreso del PRI se da en un contexto de disminución y repliegue del gasto fiscal; porque las prioridades de la clase política priista no son la satisfacción de las necesidades de la gente sino consolidar su poder; porque en el fondo la política económica del PRI y del PAN es la misma; porque los priistas aplican la misma receta del capitalismo neoliberal; porque el sistema político liberal está herido de muerte; y porque cada vez más amplias capas de la población están convencidas que el cambio de sus condiciones de vida vendrá de sus propias fuerzas y proyectos y no desde arriba y desde los partidos.