4 de marzo de 2010

¡Amo a mis dos mamás!

  • Soy Constanza, tengo 6 años, voy a la escuela, tengo amiguitas y ¡AMO A MIS 2 MAMÁS!
Hoy, 4 de marzo, entran en vigor las reformas al Código Civil y Código de Procedimientos Civiles del D.F., donde se contempla el derecho a la adopción en parejas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero).

Desde que en octubre de 2009 activistas homosexuales presentaron a la Asamblea Legislativa del D.F. una propuesta para reformar las sociedades de convivencia y el derecho a la adopción, están en debate dos discursos y un olvido.

El primer discurso proviene de las opiniones ya conocidas donde la moral personal rige ciertas etiquetas: la gente cree que la homosexualidad es antinatural y sucia.

El segundo discurso es consecuencia del anterior y transforma el asunto privado en público y político: como la homosexualidad es así, se tolera que gays y lesbianas se unan en matrimonio, pero no que adopten niños.

El tercer factor es un olvido. Tiene que ver con el objeto de la legislación: los niños y niñas que buscan un hogar, en este caso formado por una familia homoparental. Están en el centro del debate, pero no opinan.

En México, Constanza es un ejemplo del ojo del debate, pero su felicidad no depende únicamente de tener un papá y una mamá en casa, como le sucede a otros amiguitos suyos, hijos de padres divorciados o solteros.

La existencia de núcleos familiares creados a partir de dos papás o dos mamás es un hecho real en nuestro país desde hace años, y ahora la ley le quita el velo.

No se trata de una problemática social, es solo un nuevo escenario que se presenta ante los mexicanos.

Una realidad que tuvo sus inicios en 2001, en Holanda, el primer país en permitir la adopción a parejas homosexuales.

Le siguieron EU, Dinamarca, Suecia, Canadá, Alemania, Francia y España. En 2006, se agregaron Islandia y Bélgica y dos años más tarde, Noruega.

En estas naciones se permite la adopción, aunque algunas localidades tienen el derecho de rechazar una disposición legal de carácter nacional. Por ejemplo, New Jersey la acepta, pero Florida y Utah la rechazan.

Sudáfrica ha reconocido este derecho desde 2002, pero en el resto de África es ilegal.

En América Latina el asunto se ha vuelto mucho más complicado, a partir de una fuerte influencia de las insituciones religiosas de origen cristiano.

No sin debate de por medio, Uruguay ha sido el primer país en aceptar matrimonios homosexuales y adopciones, apenas en septiembre del año pasado.

El D.F. con su nueva ley sería el segundo ejemplo en el continente, pero México aún está en pañales. Las familias homoparentales ni siquiera forman parte de las estadísticas, aunque son una realidad.
 


La “basurización simbólica” y el factor asco, como diría la antropóloga peruana Rocío Silva Santisteban, persiguen todavía a la comunidad LGBT.

Más allá de estar a favor, en contra o de simplemente permanecer indiferente, Piensa Indigo te abre una ventana a este escenario que aborda uno de los temas actuales de nuestra sociedad mexicana.

Y no deja de ser niña...

Constanza tiene seis años. Es divertida, platicadora, abierta, llena de energía y tiene una opinión propia sobre las cosas.

Comprende que su familia no es como muchas, pero también sabe que no es la única. Existe en ella una natural inteligencia infantil, sin prejuicios, respecto a lo que la rodea y cómo lo asimila.

Lo que en una conversación de adultos puede ser una polémica, (presentarse en la escuela como una pareja lésbica con una hija); a la hora de que esa escena se repite en el salon de clases sólo entre niños, la reacción es distinta.

A la declaración de Constanza de tener dos mamás, las respuestas no se hicieron esperar. “Yo tengo cuatro abuelitos”, “Ah sí, pues yo tengo seis tíos”, fue lo que ella recuerda le empezaron a rebatir en esa eterna batalla infantil por ganar.

Sabe que hay niños que no lo entienden. Incluso explica que siempre hay quien molesta a alguien más con tonterías.

A ella le podrán decir algo por tener dos mamás, pero asegura que en la escuela es la clase de broma que se equipara con el burlarse del que está gordito, el que usa lentes o el que tiene padres divorciados.

La libertad con la que se expresa viene de un entorno familiar donde tiene voz y voto, y participa en todas las decisiones de la casa. Desde las vacaciones hasta las idas al cine.

Y aunque suene a que Constanza es un adulto de tiempo completo en un cuerpo de niña, nada esta más alejado de la realidad.

La mayor parte del tiempo que conviví y platiqué con ella, la pasamos jugando.

Me presumió la bolsa secreta de su mochila donde guarda estampas y brillos, invitaciones de fiestas de sus amigas y gomas de borrar a las que les dibuja caras sonrientes.

Me presumió que sabe leer de corrido mientras le ponía cara de disgusto a su mamá Ivonne por distraer su atención y ofrecerle un jugo en lugar de poder seguirme leyendo.

Obviamente, prefería contarme la trama completa de Avatar (su película favorita, de la cual el protagonista le gusta) que reflexionar sobre los roles de sus mamás en casa.

La pre concepción de roles maternales y paternales se difumina y la procesa como una cuestión de persona y no de sexo.

Sabe que a veces una de sus mamás es más estricta que la otra, que hay cosas en las que una le hace más eco o es más cómplice que otra.

Independiente del activismo feminista que puedan ejercer sus mamás y lo que ello haría suponer en el imaginario colectivo de gran parte de la sociedad, Constanza tiene la coquetería natural infantil de una niña.