15 de marzo de 2010

Padilla, un peligro - Una ruptura necesaria

Padilla, un peligro

En entrevistas por separado, Gilberto Parra, Horacio García Pérez y Mayo Ramírez Gutiérrez, expresidentes de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) aplauden la decisión de Alfaro de romper con Padilla.

Los tres coinciden en que el choque era previsible, luego de que el exrector, a través de Antonio Magallanes, líder estatal del PRD, maniobró ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) para que la planilla de Alfaro no contendiera por la alcaldía. También expresan que al gobierno, sobre todo al estatal, le ha faltado decisión para quitar del mando al exrector de la UdeG, y consideran que esta coyuntura es propicia para lograrlo.

Además, señalan que Padilla tiene gran influencia debido a que maneja el presupuesto de la UdeG –el segundo más grande en Jalisco, sólo menor que el del gobierno estatal–, y muchos de sus incondicionales cobran sueldo en esa institución.

El poder que detenta Padilla –explican los exdirigentes– se originó en el respaldo que en su momento le otorgaron el presidente Carlos Salinas de Gortari; su asesor, José Córdoba Montoya, y el perredista Jesús Ortega. En el ámbito local supo granjearse el apoyo de los exgobernadores priistas Guillermo Cosío y Carlos Rivera, así como de los panistas Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez y Emilio González.

Parra, quien encabezó la FEG de 1981 a 1983, considera que el exrector “ya rebasó los límites y se ha convertido en un verdadero peligro para la estabilidad del estado, porque con los vastos recursos que maneja este grupo compra voluntades de políticos incrustados en diversos partidos políticos y desde ahí opera para su propio beneficio”.

El también expresidente y fundador del PRD estatal –abandonó al partido cuando el Grupo Universidad tomó el control– refiere que Raúl no sólo mueve las piezas en el sol azteca, sino que hará lo mismo en el PRI “y que al rato no nos sorprenda que esté en el PAN”.

–¿Cómo pudo conseguir tanto poder? –se le pregunta.

–Yo fui presidente del partido cuando ese grupo entró y lo hizo con la bendición y el respaldo de la dirigencia nacional de entonces, particularmente de Porfirio Muñoz Ledo y de Jesús Ortega. Ellos fueron los principales respaldos para que Padilla controlara el PRD en el estado, contra la voluntad de los órganos de dirección que yo presidía.

“Además, controlar la segunda mayor nómina de las universidades públicas en el país (más de 8 mil millones de pesos y alrededor de 3 mil millones del Hospital Civil) no es cualquier cosa. El manejo de esos recursos le permite a Padilla hacer prácticamente lo que quiere. Cuando hay demasiada ambición y miedo, el político cae en sus garras y se convierte en su empleado”.

Parra agrega que “las oligarquías nacional y local” han tenido oportunidades de deshacerse de Padilla, como ya fue el caso del rector depuesto Carlos Briseño, pero que no lo han hecho porque es el que mejor les garantiza el control universitario.

“Las confrontaciones que se están dando entre Padilla y Alfaro demuestran el agotamiento político del grupo encabezado por el exrector, pero hace falta que se dé una respuesta de los estudiantes y los maestros. El cambio en la universidad tendrá que venir de adentro. Quizá de afuera se pueda contribuir a generar condiciones para que desde el interior surjan voces críticas que se organicen y luchen por la democratización que tanto necesitan la universidad y el PRD”, expone Parra.

Horacio García, quien presidió la FEG de 1979 a 1981, matiza: “Creo que el cambio al interior del PRD y de la UdeG tendrá que provenir de un nuevo gobierno que no sea emanado de los partidos tradicionales. Los principales responsables de que Padilla aún se mantenga en el poder han sido los gobiernos panistas. Cuando llegó Alberto Cárdenas, en el Congreso local tenían la mayoría, ¿por qué en ese entonces no cambiaron la ley orgánica de la universidad? Prefirieron el camino fácil de la negociación. Desmantelar el aparato político de Padilla no será fácil, pero tampoco imposible. Este mal que ha durado más de 20 años puede ser debilitado y derrotado; ahora empiezan a darse manifestaciones muy claras de la decadencia de Padilla”.

Mayo Ramírez, actual regidor del Partido del Trabajo en Tonalá y dirigente de la FEG de 1991 a 1993, se muestra optimista: “Debe existir un movimiento con universitarios para regresar la universidad al pueblo. Creo que pronto va a pasar porque (Padilla) se excedió y abusó de su poder. Se han cometido muchos ilícitos, se ha infiltrado el narcotráfico, hay muchos delincuentes. Más pronto que tarde va a caer este reinado”.

Ramírez –hijo de Álvaro Ramírez Ladewig, hermano de Carlos, quien junto con Raúl Padilla Gutiérrez, padre de Padilla López, fundó la FEG en 1948– subraya que ya es tiempo de que los recursos de la UdeG no sean utilizados “para los caprichos de Raúl Padilla, quien se ha enriquecido y gastado el dinero de nuestros impuestos”.

Y añade: “Cuando ingresé a la universidad, el único que podía tener coche era el rector de la UdeG; ni el secretario general tenía vehículo. Desde que entró esta persona (a varios padillistas) los han encontrado con autos robados, con drogas, con armas; incluso han asesinado gente.

“Viven en la impunidad y no hay un gobernante que cumpla con su deber. La UdeG está llena de delincuentes, el secretario general (Alfredo Peña) es un expresidiario y ahora es candidato a rector; nunca fue a la facultad. La UdeG se ha convertido en una sociedad anónima y dentro de ella hay delincuencia organizada.”

Considera que muchos de sus allegados estarían dispuestos a traicionar a Padilla por como los trata, pues “les exige incondicionalidad. Cuando llegue el momento le darán la espalda, pero creo que no será por una traición, sino por un movimiento social”.



“Es un traidor”


Los entrevistados concuerdan en que la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) apoya por completo a Padilla. Sin embargo, Gilberto Parra advierte que esa organización, al servicio del jefe político de la universidad, no cuenta ni por asomo con el poder que tuvo en su tiempo la FEG.

La federación tenía el control de la universidad e imponía directores y consejeros de escuelas e incluso al mismo rector. En 1975, tras el asesinato de Carlos Ramírez Ladewig, la organización quedó a cargo de su hermano Álvaro, quien respaldó a Padilla para que en 1977 se convirtiera en su dirigente, y en 1989 en rector. A la postre, Padilla terminó por traicionarlo.

Cuando Padilla asumió la rectoría, acordó con Carlos Salinas de Gortari “desmembrar a los grupos políticos de presión –la FEG era uno de ellos– porque tenían una orientación hacia la izquierda, y el entonces presidente de la República le dio a Padilla todas las armas, entre ellas la autonomía. Éste, sin ningún recato, comenzó a operar al margen de Álvaro Ramírez, para quitar toda vida democrática de la universidad”, sostiene Horacio García.

Añade que después de la traición, Padilla creó grupos alternos, “no sólo en la FEG, sino en el sindicato de trabajadores y en el de profesores de aquel tiempo. A partir de eso, con todo el poder económico estatal y nacional construyó organizaciones supuestamente democráticas y modernas. Todo era parte de un plan previamente concebido para tener un control total, porque dichos gremios no eran más que apéndices de Raúl”.

La FEG era vista como una organización de pistoleros, que no sólo proveía al gobierno de ejecutores en la guerra contra la guerrilla urbana de los setenta –su representante más emblemático fue Carlos Morales García El Pelacuas–, sino de cuadros para el PRI.

Ya como rector, Padilla rompió con Álvaro Ramírez y creó la FEU. Ello marcó la decadencia de la FEG, que ahora sólo mantiene su presencia en algunas escuelas secundarias de la zona metropolitana.

Sobre este capítulo, Álvaro Ramírez, entrevistado en un restaurante de la zona Minerva, recuerda: “Precisamente aquí me tocó conocer a Héctor Pérez Plazola. Enrique Dau, que es amigo mío, me lo presentó. Salió a la plática lo de Raúl y me dijo Pérez Plazola: ‘pero usted lo hizo’. Le respondí ‘vamos a aclarar: efectivamente, yo asumo la responsabilidad de haberlo hecho rector, pero el PRI y el PAN tienen la culpa de que él esté robando y esté posesionado de la universidad y corrompiendo a muchachos’.

“Entonces, Pérez Plazola dijo: ‘Pero se volvió un monstruo’. Le insistí: ‘Ustedes lo fueron dejando. Como gobierno, a mí Raúl no me duraría ni 15 días, porque ustedes tienen los medios con qué hacerlo, incluso tuvieron la mayoría del Congreso’.”

–¿Se arrepiente de haber apoyado a Raúl Padilla?

–Sí me equivoqué. A pesar de que lo traté mucho, hubo un momento en que ya no nos llevábamos bien ni política ni ideológicamente. Lo impulsé para que fuera rector porque consideré que tenía los méritos; pero es ambicioso, un bandido, y ha acabado con la educación popular. Raúl se las quiere dar de culto, pero es un demagogo.

“Lo que ha gastado en obras suntuarias como el teatro Diana, el auditorio Telmex, simplemente con eso no habría rechazados en la universidad. Todo esto está provocando que se privatice la educación.”

Y añade: “Hubo gente de mi confianza que me dijo que Raúl no era de fiar, pero las decisiones las toma el grupo y el grupo determinaba la política a seguir. Yo le pedí que siguiera la política de Carlos (Ramírez Ladewig), pero nos traicionó. A pocos días de que (Padilla) entrara a rectoría, Celia Fausto estaba haciendo campaña para el sindicato y aventó a la presidencia de profesores a Samuel Romero (exdiputado local por el PRI y el PRD), un delincuente que acaba de salir de la cárcel acusado de robo”.

–¿Por qué nadie le ha quitado el control a Padilla?

–Cuando Alberto Cárdenas fue candidato del PAN a la gubernatura, Raúl le ayudó en su campaña. Los panistas deberían quitarlo, pero no lo hacen porque quieren seguir nadando de muertito.

–¿Quién le marcará el alto a Padilla?

–El que debe hacerlo es el gobierno, pero las circunstancias no existen.

Fuente: PROCESO