1 de septiembre de 2010

IV Informe de… ¿gobierno? | David Velasco








Maestro David Velasco académico del ITESO
en su participación semanal 
En el programa Forma y Fondode RadioMetropoli
Con los periodistas



Hoy es primero de septiembre. Tradicionalmente era el día del presidente, cuando se hacía un desfile especial con el presidente rumbo al Palacio Legislativo. Todo un ritual. Las cosas han cambiado. Para bien o para mal. El caso es que Felipe Calderón presenta por escrito su informe en el que da cuenta del estado que guarda la nación. Pero pareciera que el informe comenzó hace ya varios días. Ignoro si usted, amigo radioescucha, ha recibido llamadas telefónicas o recibido mensajes por correo electrónico. Lo cierto es que difícilmente, desde Los Pinos, se puede dar cuenta con objetividad y realismo del estado de desastre en el que se encuentra México.

Bastaría tomar como ángulo de lectura o de visión, la masacre de San Fernando, la rabia contenida por los trabajadores y sus familias del SME o, ahora, de Mexicana de Aviación, o de los mineros sepultados en Pasta de Conchos, abandonados por un gobierno que fue negligente para aplicar las medidas de protección y cuidado, más si se compara con el presidente derechista de Chile, que se apersona en la mina donde se encuentran con vida varios mineros.

Si se miran las cosas que ocurren en nuestro país desde ese dolor de tantísima gente, México está para llorar, por más que Felipe Calderón diga lo contrario y nos cuente las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Abundan las cifras optimistas sobre el empleo, pero basta preguntarle a cualquiera en la calle si tiene trabajo y si su trabajo es permanente o eventual, si está sindicalizado y si su sindicato es de protección o de a de veras. Sólo este botón de muestra bastaría para desbaratar un montaje creado por el supuesto presidente del empleo. A grandes rasgos, la demanda anual de empleo anda por el millón y cuarto de personas. Quinientos mil empleos, con todo y que estén registrados en el IMSS, sólo indican que se atendió a menos de la mitad de la demanda, en un solo año y sin contar con el acumulado en los diez años de gobiernos panistas, por decir lo menos. Y si de sindicatos hablamos, algunas cuentas de estudios especiales dicen que sólo uno de cada cien cuenta con la protección de un sindicato real, los otros 99 están secuestrados por una mafia de sindicatos blancos. Y eso sólo si contamos a los trabajadores sindicalizados, porque alrededor de 8 de cada diez empleos carecen de sindicato alguno, son trabajadores por honorarios o subcontratados por las mafiosas empresas del outsourcing, por aquello de lograr la flexibilidad laboral.

¿Qué nos puede contar un IV informe de gobierno, en medio de tanta violencia e inseguridad? Que a las ejecuciones extrajudiciales cometidas contra importantes capos del narcotráfico se les llama “golpes de alto impacto”, pero que en nada disminuye la escandalosa cifra de más de 28 mil asesinatos violentos cometidos durante la supuesta guerra contra el narcotráfico que sigue sin saberse quién contra quién, porque las noticias dan cuenta de enfrentamientos de soldados contra policías, de policías federales contra policías municipales, y, lo más delicado, de recelos entre la marina y el ejército. Pareciera que se trata de una guerra de todos contra todos.

Si nos asomamos al estado que guarda la política educativa, nos encontramos con un panorama desolador, nos encontramos con una realidad por demás cruel, con adolescentes que no tienen idea de nuestra historia, que tienen graves dificultades para expresarse o que de plano no saben leer ni escribir. Y la generación nini, por supuesto, independientemente de la cifra, lo cierto es que no tenemos una educación de calidad que ofrezca oportunidades para esa y otras generaciones.

¿Y la economía? Nos dirán que no nos puede ir mejor de cómo estamos, con el dólar en más de trece pesos, una deuda pública de más de cien mil dólares, la fuga de más de 50 MMDD de mexicanos que prefieren invertir en el extranjero y con un poder adquisitivo del salario por los suelos y una carestía galopante, que se traduce en 6 mil



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