8 de septiembre de 2010

"Tlajomulco" || Sergio Aguayo Quezada #Tlajomulco #Jalisco

08 de septiembre 2010

En solidaridad con el Noroeste de Sinaloa
Cuánto malestar provoca que los gobernantes desdeñen el interés público. Hay, por supuesto, excepciones.

Víctor Manuel Borrás conduce el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) desde 2001 y su noble causa es dar vivienda a los trabajadores. En la última década han concedido alrededor de tres millones de créditos (incluidos los cofinanciados), convencidos de que así impulsan la "sustentabilidad", la "construcción de tejido social" y el "respeto al medioambiente". Otro supuesto es que los constructores y los gobiernos locales también comulgan con esos principios.

El Infonavit no ha verificado el supuesto. Amparándose en el capitalismo salvaje que engulle al país, un considerable número de "desarrolladores" se ha ido por la ganancia rápida asociándose a autoridades dispuestas a modificar el uso del suelo y recibir obras incompletas o defectuosas a cambio de una "corta". La complicidad forma parte de la degradación de los partidos indiferentes al interés general. La semana pasada ejemplifiqué el fenómeno con el caso del cabildo perredista de Jiutepec, Morelos. En éste explico lo que está pasando en Tlajomulco, Jalisco.

Las canciones son espejo distorsionado de la realidad. El estribillo "Guadalajara en un llano" pasa por alto que la Perla de Occidente está limitada por la Barranca de Oblatos y la Sierra de La Primavera. Los grandes llanos están en el municipio de Tlajomulco en donde se han edificado 90 mil viviendas populares en 10 años –casi todas pagadas por el Infonavit– y la población creció en más de 200 mil personas. Se trata de ciudades dormitorio, con servicios escasos e insuficientes y pésimas viabilidades: por una sola calle de dos carriles entran y salen los torrentes humanos que emplean unas cuatro horas para ir y venir de Guadalajara. La vida diaria está tan trastocada que uno de los tianguis más populares abre a las ocho de la noche y cierra a las dos de la mañana, horario propicio para esta modalidad de apartheid.

Con los colores del PRD, Enrique Alfaro Ramírez, un ingeniero con maestría en desarrollo urbano por El Colegio de México, ganó la presidencia municipal en 2009. Con él llegó un grupo de jóvenes con posgrados, compromiso y programa de modernización que ha incluido romper con la tradición de impunidad; mientras el alcalde perredista de Jiutepec, Miguel Ángel Rabadán (integrante de la corriente de Graco Ramírez), se rehúsa a fincarle responsabilidades al alcalde que autorizó transas urbanas, Alfaro Ramírez ya ha interpuesto ocho denuncias penales contra su antecesor, el panista Antonio Tatengo Ureña.

"Encontramos muy deteriorado el tejido social de algunas unidades habitacionales", cuenta Hugo Luna, funcionario municipal en un recorrido por las ciudades dormitorio. "Homex ha sido la peor empresa" y como ejemplo pone a Chulavista, uno de los conjuntos edificados por la poderosa constructora. Son 15 mil casas con 60 mil habitantes viviendo en módulos amurallados con una o dos salidas; quienes están en las calles más alejadas caminan hasta un kilómetro para llegar al transporte urbano.

El deterioro es visible en un conjunto casi nuevo; los minúsculos espacios comunes están en ruinas y alrededor de 30 por ciento de las casas están abandonadas, saqueadas y grafiteadas. "Los habitantes se hartaron y con su marcha nos dijeron 'hay se quedan con su porquería'. Quienes se quedaron están enojados con el mundo y su agresividad nace de la certidumbre de que fueron engañados. Son aglomeraciones sin cohesión social y muy cerca de caer en la vorágine observada en Ciudad Juárez", remata Hugo Luna.

Por las irregularidades encontradas en Chulavista, el municipio se ha negado a recibir oficialmente el conjunto de Homex, empresa que en sus documentos asegura tener "clientes y comunidad muy contentos". Algo anda mal cuando el Centro Mexicano para de la Filantropía (Cemefi) que dirige Jorge V. Villalobos Grzybowicz ha premiado varias veces a Homex como "Empresa socialmente responsable". Una verificación tan laxa como la del Infonavit.

Tlajomulco está en un aprieto. El triunfalismo retórico del Infonavit se convierte aquí en pesadillas ciudadanas alimentadas por empresas voraces, cabildos corruptos y la falta de visión integral. El nuevo gobierno de Tlajomulco ha lanzado programas para contener el deterioro: mejora servicios, busca inversiones para crear fuentes de trabajo locales, construye vialidades. Pese al notable esfuerzo tiene en su contra a la burocracia perredista controlada en Jalisco por Raúl Padilla, enemigo de Alfaro Ramírez y al mismo tiempo exitoso promotor cultural. El mundo al revés.

Imposible anticipar el desenlace. La degradación urbanística es otra expresión de los tiempos borrascosos que vivimos. En ese contexto reconforta constatar que en Tlajomulco se gobierna pensando en el bien común. Algo es algo.


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