28 de febrero de 2010

Enrique Alfaro y el PRD | Diputado Enrique Ibarra Pedroza

Sin duda alguna, el tema político de la semana pasada en Jalisco, fue el frontal desencuentro entre el presidente municipal de Tlajomulco, Enrique Alfaro y los cuadros directivos y reales de su partido, el de la Revolución Democrática en la entidad. Sin embargo, la sonada confrontación no inicio el pasado lunes cuando Alfaro leyó ante los medios de comunicación, el Manifiesto por la Dignidad y el Respeto en Tlajomulco, mediante el cual denunció presiones e intentos de intromisión en su gobierno de los actores dominantes del PRD, para entregar a gente de ese partido, el sesenta por ciento de los cargos importantes del gobierno municipal, entre ellos la Tesorería, y la Dirección de Desarrollo Urbano.

La primera colisión entre Alfaro y los poderes facticos del PRD se dieron desde el proceso de postulación de candidatos a las alcaldías. En ese entonces, el partido le exigía a Alfaro, la mitad de las candidaturas de la planilla y al no obsequiárseles tal petición, ese instituto político registró ante la autoridad electoral una planilla alternativa en la que por supuesto no figuraba el hoy presidente, y diferente a la que previamente había registrado en coalición con el Partido del Trabajo. Jurídicamente, el hecho de que este partido se mantuviera inamovible en la postulación de Alfaro ante el IEyPCJ, le salvaguardó la candidatura.

Pese al accidentado y tortuoso proceso interno del PRD, con el acompañamiento del PT en la campaña y fundamentalmente del tejido social que perseverante y pacientemente construyó Alfaro en torno a su proyecto social y político, la izquierda logró un triunfo histórico, gobernar por vez primera un municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara, y a la vez uno de los más importantes del occidente de México.

El hecho es relevante, representa una oportunidad inmejorable para demostrar que un programa de izquierda responsable, moderno, y cercano a la gente, como es el que encabeza Alfaro, pueda generar resultados positivos en un Estado que tradicionalmente se ha inclinado por opciones políticas conservadoras.

Por ello, hace bien Alfaro en rechazar cualquier intento injerencista en su gobierno. La intromisión de los poderes facticos además de ser uno de los sellos representativos del subdesarrollo democrático que padece el país, vician la relación de cercanía que debe haber entre el gobierno y la sociedad.

Las respuestas de los directivos perredistas a los reclamos y los rechazos a Alfaro a sus peticiones, fueron inconexas, inconsistentes, y carentes de fundamentos. En primer lugar quisieron trasladar el debate con Alfaro al terreno partidista, algo que éste nunca toco en sus señalamientos. Amagaron con expulsarlo del PRD, con el flaco argumento de que violaba el estatuto del mismo que prohíbe ventilar los asuntos internos en los medios de comunicación. Si esa norma se aplicara, ese partido se quedaría sin dirigentes. También se insinuó que Alfaro actuaba por consigna de un tercero, de un presunto “dueño”. Cualquiera que conozca al alcalde de Tlajomulco, sabe que el único dueño de sus actos y decisiones es él mismo.

La dirigencia estatal del PRD publicó en forma ostensible, un desplegado en los diarios locales en contra de Alfaro. Con un lenguaje esquizofrénico, cuatro años después se dieron cuenta y se duelen de que “a pesar de carecer de méritos y militancia en el PRD, generosamente” lo registraron como candidato a diputado.

Hablan de la intromisión de la ultra derecha en el PRD, sin dar nunca nombres, ni datos de quienes serian esos injerencistas. Acusan a Alfaro de ser “cooptado por el gobernador, por haber votado a favor del endeudamiento que solicitaba Emilio González. Esa acusación es falaz, inclusive cuando el asunto se discutió en la Comisión de Hacienda, Alfaro, como miembro de la misma se opuso al mismo, y en ese espacio fue retirado y no llego al pleno del Congreso. El colmo del desaseo y la incongruencia del desplegado de marras, es que el mismo día de su publicación cuatro de los supuestos firmantes, se deslindaron rotundamente de su contenido.

El punto nodal del enfrentamiento lo ubico Alfaro en la no intromisión en su gobierno, de factores de poder ajenos a Tlajomulco. El hecho de que el PRD, haya sido uno de los dos partidos que lo postularon no les da derecho a sus dirigentes, a exigir cotos en esa administración. Es una concepción patrimonialista perniciosa e inadmisible en política. Tiene vigencia lo que Reyes Heroles expresara: Los partidos postulan candidatos, los pueblos eligen gobernantes.

Por ello, la razón le asiste a Alfaro, su compromiso es únicamente con quienes lo eligieron a él y a su ayuntamiento. Además en las pocas semanas de su gestión, su gobierno está fungiendo como contrapeso a la presencia total del PRI en el resto de los municipios metropolitanos. Con su agenda de un gobierno de izquierda, está implementado programas inéditos en Jalisco; entrega de útiles y uniformes escolares a todos los estudiantes de preescolar y primaria, apoyos a madres solteras y adultos mayores, y rescate de espacios públicos para la gente, entre otros. Ello acompañado de un programa de austeridad y ahorro del gasto público. Tengo la certeza que desde Tlajomulco se está construyendo un sólido proyecto de izquierda progresista en Jalisco. Mi solidaridad para Enrique Alfaro.

 

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