14 de agosto de 2010

Fidel Castro, Salinas y López Obrador || Jenaro Villamil

El factor sorpresa en un ambiente político tenso y con un régimen tan vulnerable como el nuestro se transforma siempre en una especie de bola de nieve que puede arrasar varias cosas a su paso.

El nuevo factor sorpresa son las recientes cartas divulgadas de Fidel Castro, justo el día que cumplió 84 años y cuatro años después de su recaída de salud que hacía pensar a muchos que el comandante terminaba su ciclo vital.

El jueves 12 y el viernes 13 de agosto Fidel Castro volvió a “dar la nota”, como se dice en el argot periodístico con algunas reflexiones que aquí conviene analizar:

1.-Por primera vez, Castro alaba a Andrés Manuel López Obrador, a partir de la lectura reciente de su libro La Mafia que se Adueñó de México…y el 2012. El título y el texto parecen similares a La Mafia nos Robó la Presidencia, editado en 2007, pero no es así. Y Fidel Castro toma nota de la diferencia: este segundo libro hace un balance del fracaso del PAN en la presidencia y del avance de las fuerzas económicas que apoyan a Enrique Peña Nieto y, con él, al retorno del PRI a la presidencia de la República. El personaje central de ese libro no es el fraude electoral sino Carlos Salinas de Gortari.

Castro alaba el libro y avala a López Obrador. Le da el “beso de la bruja”, como algunos han considerado, pero confirma una percepción pública muy amplia: la trama de traiciones y el complot contra el ex jefe de Gobierno capitalino tuvo como epicentro a La Habana.

2.-La segunda misiva es una joya. Castro relata que no formó parte del “complot” de Carlos Ahumada, pero confirma que ése se asiló en la isla con el apoyo de Carlos Salinas de Gortari y que tanto el gobierno de Vicente Fox como la dirigencia del PRD querían las casi 40 horas de grabación en las que el empresario argentino detalla más cosas. Ahumada ya escribió Derecho de Réplica, pero Cuba aún prepara sus revelaciones.

Castro no adelanta nada nuevo, pero confirma, por primera vez, la trama de los videoescándalos y, al hacerlo, demuestra que la persecución contra López Obrador fue gestada, organizada y dirigida desde el poder político de Salinas, Fox, Fernández de Cevallos y otros acompañantes menores a los que no menciona.

Al confirmar, Castro se disculpa con López Obrador: “Comprendemos perfectamente la desconfianza de López Obrador. Había sido traicionado por personas que creía honestas y esas circunstancias fueron aprovechadas por los que están dispuestos a clavarle un puñal. Había una razón adicional”.

3.-¿Quién quiso clavarle el puñal a López Obrador? Fidel Castro lo dice con todas sus letras: Carlos Salinas de Gortari.

“Cuando Ahumada le mostró el material, que él calificó de misil nuclear contra Obrador, Salinas estaba en Cuba. Hombre sumamente hábil, sabía mover las fichas como un experto en ajedrez, con talento y muy por encima de los que lo rodeaban”, describe Castro.

“Cuando fue presidente de México, su rival había sido Cuauhtémoc Cárdenas, con quien por razones obvias manteníamos excelentes relaciones”, rememora el dirigente cubano, recordándole también la crisis electoral de 1988.

Castro justifica su cercanía con Salinas –Cuba fue el primer país que lo reconoció como presidente en aquellos días aciagos posteriores a la “caída del sistema”- diciendo que él fue mediador entre Cuba y Estados Unidos durante la crisis migratoria de 1994. “Se portó bien y actuó realmente como mediador y no como un aliado de Estados Unidos”, analiza Fidel.

Pero, ahora, Salinas es descrito como el artífice de la guerra contra López Obrador desde la época de los videoescándalos y en ese terreno, Castro se deslinda. Dice que Salinas intentó invertir en Cuba, pero “no lo autorizamos”.

Salinas “mantuvo la práctica de visitar Cuba con determinada frecuencia, intercambiaba conmigo y nunca trató de engañarme. Me enfermé gravemente el 26 de julio y no volví a saber de él. No he cambiado”, dice el mandatario.

4.-Castro no rompe explícitamente con Salinas, pero da suficientes elementos para inferir que su régimen no volverá a formar parte de un “complot” contra un dirigente de la izquierda mexicana, llámese Cuauhtémoc Cárdenas o López Obrador. Por si fuera poco, al mencionar a los dos grandes ex candidatos presidenciales, Castro coloca a Salinas como el personaje de la trama entre ambos.

Al deslindarse de Salinas, Castro también marca su diferencia, por primera vez, con el PRI, su aliado histórico en América Latina. Salinas es el Jefe Máximo no explícito del PRI actual. Eso está claro en el libro de López Obrador.

Salinas sabe jugar ajedrez, pero el dirigente cubano es un beisbolero consumado. Lanzó dos pelotas con toda la jiribilla y la intencionalidad. Calderón y la cancillería batearon y cometieron strike. ¿Le responderá “el innombrable”? ¿Pesa más la astucia que la megalomanía en Salinas? Eso está por verse.

Lo único claro es que ya terminaron los días de Salinas en La Habana.

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